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“11 de Septiembre: 24 años después, la herida que aún marca a Estados Unidos”

El d1ía que cambió la historia.

La mañana del 11 de septiembre de 2001, miembros de la organización terrorista Al Qaeda secuestraron cuatro aviones comerciales. Dos fueron estrellados contra las Torres Gemelas del World Trade Center en Nueva York, otro contra el Pentágono en Washington D.C., y el cuarto se precipitó en un campo de Pensilvania cuando los pasajeros intentaron retomar el control.

En total fallecieron cerca de 3.000 personas, junto con los 19 terroristas. Fue el ataque más devastador en suelo estadounidense, dejando cicatrices físicas, emocionales y sociales que aún persisten.

Respuesta inmediata del gobierno

Tras los atentados, el presidente George W. Bush declaró la “Guerra contra el Terrorismo”, que incluyó la invasión a Afganistán en 2001 y la guerra en Irak en 2003.
Se aprobaron medidas históricas como la Patriot Act, que amplió las capacidades de vigilancia del Estado, y se creó el Departamento de Seguridad Nacional (DHS) en 2003. También se reformaron los sistemas de inteligencia para coordinar mejor la prevención de ataques.

Un legado que todavía pesa


Con el tiempo, surgieron críticas a las guerras y al costo humano y económico que implicaron. Miles de soldados estadounidenses y civiles extranjeros perdieron la vida. Además, los primeros respondedores que trabajaron en Ground Zero sufrieron graves secuelas de salud por la exposición a polvo y químicos tóxicos.

En 2021, con la retirada de tropas de Afganistán, se cerró un capítulo militar, pero no el impacto social y político que dejó aquel 11 de septiembre.


24 años después

Este 11 de septiembre de 2025, en Nueva York, Washington y Pensilvania se realizan ceremonias solemnes. Las familias de las víctimas, junto a autoridades y ciudadanos, mantienen vivo el recuerdo.
Los gobernantes de EE.UU., tanto republicanos como demócratas, insisten cada año en que “Estados Unidos nunca olvidará”, resaltando la resiliencia del país y el sacrificio de los socorristas.

No obstante, también reconocen que las decisiones tomadas tras los atentados dejaron consecuencias que aún son tema de debate: desde las guerras hasta el dilema de cómo equilibrar seguridad y libertades civiles.


Reflexión final

Veinticuatro años después, el 11 de septiembre no es solo una fecha, es un recordatorio de la fragilidad de la seguridad, de la necesidad de unidad en tiempos de crisis y de la importancia de defender los valores de justicia y libertad sin caer en excesos.

Recordar es más que repetir “nunca olvidar”: es un compromiso con quienes perdieron la vida, con los sobrevivientes y con las futuras generaciones. Solo así, el dolor puede transformarse en memoria viva y en un llamado a construir un futuro más humano, seguro y solidario.



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