VAMOS HACER CUENTAS PAPĂS.đČ
En una ocasiĂłn un joven que tenĂa todo el apoyo de sus padres concluyĂł su carrera y se convirtiĂł en un gran profesional.
Sus padres habĂan gastado una buena fortuna en su educaciĂłn, y se habĂan quedado con poco dinero. SĂłlo vivĂan con lo que su negocio les daba.
Tiempo despuĂ©s de empezar los problemas econĂłmicos para aquel matrimonio, la señora se enfermĂł de gravedad y requerirĂa mucho dinero para su atenciĂłn mĂ©dica.
El señor estaba desesperado porque no podĂa reunir Ă©sa importante suma ni aĂșn con prĂ©stamos.
Estaban a punto de vender su negocio e hipotecar todas sus tierras, cuando de pronto se acordaron de su hijo.
Llamaron al muchacho por teléfono y él acudió de inmediato.
_ No se preocupen padres mĂos, les darĂ© un prĂ©stamo. No importa la cantidad, cuando mi mamĂĄ sana haremos cuentas.
El joven no escatimó su dinero y les hizo un préstamo con una cantidad exorbitante de dinero.
La señora fue al mejor hospital y sano.
El matrimonio muy contento abrazĂł a su hijo dĂĄndole las gracias.
Pero no fueron los Ășnicos problemas, el matrimonio siguiĂł enfrentando adversidades pero siempre contaban con el apoyo de su hijo.
Los señores segĂșn pasaba el tiempo se estaban endeudando mĂĄs con su hijo, hasta llegar a una cantidad muy difĂcil de pagar, situaciĂłn que los preocupaba.
Ya no querĂan pedir mĂĄs dinero a su hijo, pero las circunstancias los obligaban.
Tiempo despuĂ©s el hijo se casĂł, y su esposa le pidiĂł que ya no prestara mĂĄs dinero a sus padres y que les cobrara el que le debĂa.
El joven accediĂł y acordĂł ir con su esposa un determinado dĂa a hablar con sus padres para hacer cuentas sobre su deuda.
Les avisó a sus padres la fecha para ir a visitarlos. Esto preocupó mås a los señores.
LlegĂł el dĂa de la visita, el muchacho y su esposa llevaron a sus padres al despacho para hablar largo y tendido.
_PapĂĄ, mamĂĄ, antes que nada buenos dĂas. Tomen asiento por favor, una calculadora, lĂĄpiz y papel. Vamos a hacer cuentas.
Los señores estaban muy tensos y pĂĄlidos ante tal momento crĂtico.
El muchacho empezĂł a hacer cuentas:
_Gastos mĂ©dicos que ustedes hicieron hace varios años cuando yo nacĂ.
_Gastos de pañales, leche, ropa, sonaja, etc. hechos por ustedes.
_Gastos de ropa, manutenciĂłn y educaciĂłn. Estudios que pagaron desde que estaba en el JardĂn de niños, primaria, bachillerato y universidad.
_Gastos médicos cuando me enfermaba.
_Juguetes, dulces, galletas y demĂĄs gastos que hacĂan para sofocar mis berrinches cuando niño.
_Dinero para mis recreos.
_Mis domingos, ropa, zapatos y dinero que me daban para ir al cine con una chica cuando joven.
El muchacho siguiĂł desglozando una lista interminable de beneficios recibidos por sus padres.
Esto molestĂł demasiado a su esposa, quien intervino con un tono de voz elevado.
_¿No se supone que venimos a cobrar el dinero que te deben? ¿Te has vuelto loco?
El muchacho siguiĂł hablando con sus padres con voz mĂĄs firme y decisiva.
_Después de hacer cuentas, papås, pueden quedarse tranquilos, la deuda queda saldada, no me deben ni un sólo centavo, todo lo contrario, yo les quedo debiendo.
Gracias a ustedes soy lo que soy, y ésa es una deuda inpagable que tengo con ustedes.
El joven abrazó a sus padres y se despidió de ellos notificåndoles que siempre contarån con él, mientras esté en sus posibilidades.
Los señores invirtieron en su hijo y ahora estaban cosechando los frutos. Se convirtió en su ayuda permanente y seguro de vida.
La esposa del muchacho estaba muy enojada, tanto que amenazaba a su marido de ir ella personalmente a cobrar su deuda.
_Comprende, amor. A los papĂĄs NO les podemos cobrar ninguna deuda porque a fin de cuentas nosotros les debemos mĂĄs a ellos.
_Pero ya eres casado y acuĂ©rdate que estamos esperando un hijo. Ăse dinero lo vamos a necesitar, ademĂĄs tienes aviones para comprar vivienda. ¿No me dijiste ayer que ya no tenemos mucho dinero?
_Tranquila amor, Dios proveerĂĄ.
Si Dios nos bendice con un hijo es porque sabe que vamos a poder sacarlo adelante, Ăl es justo y no nos va a dar a alguien si no lo vamos a poder mantener. Dios ama a los niños y no quiere verlos sufrir.
Al ayudar a nuestros padres no estamos haciendo mĂĄs que devolviendo un poco de lo que ellos hicieron por nosotros.
Puedo ser un mal esposo y un mal padre porque apenas voy iniciando, pero ser un buen hijo no cuesta nada.
_Pero dijiste que Ăbamos a cobrar a tus papĂĄs.
_Momento, yo jamĂĄs dije que irĂamos a cobrar, sino a hacer cuentas.
Hijos no olviden devolver de lo que recibieron.
Demasiado hermoso para no compartirlo ¿cierto?
EmprendeteRD
0 Comentarios