Voy a decirte algo que seguramente te va a molestar y cuanto más te lo explique, más te molestará.
Muchas veces cuidamos más lo que damos por seguro, que lo que podemos perder en cualquier momento.
Y sí, suena duro, pero es real: cuidamos más a nuestros padres, hijos o hermanos… que a nuestra pareja. Porque asumimos que la familia estará ahí siempre. Pero el amor de pareja, ese puede desaparecer sin previo aviso.
Imagina esto: ¿alguna vez has escuchado decir “ese es mi ex hijo” o “mi ex papá”? Jamás. Pero sí has oído “mi ex esposo”, “mi ex novia” o “mi ex pareja”. ¿Ves la diferencia?
Tu familia no tiene condición de ex. No importa cuánto tiempo pase sin hablarles, seguirán siendo tus padres, tus hijos, tus hermanos. Ese amor es incondicional, eterno… aunque a veces no lo valoremos.
Pero tu pareja... tu pareja es diferente. El amor de pareja es frágil. Si no lo alimentas, muere. Si lo das por sentado, desaparece.
Y aquí es donde muchos fallan: tratan a su pareja como un pariente más. Le restan importancia. Olvidan que ese amor no es automático, que se construye día a día. Y cuando se dan cuenta… ya es tarde.
Puedes estar años sin ver a tus padres, y cuando regreses, ellos te van a abrazar como si nunca te hubieras ido. Pero si te alejas de tu pareja un año… probablemente ya haya alguien más ocupando tu lugar.
El matrimonio no es una rutina ni una obligación. Es una decisión diaria. No se trata solo de coexistir bajo el mismo techo, sino de construir, cuidar, comunicar, compartir y sanar juntos.
He visto matrimonios derrumbarse por un error común: pensar que “familia” es lo mismo que “pareja”. No lo es. A tu pareja la eliges. Y ese amor necesita más atención que cualquiera.
¿Y sabes qué es lo más triste? Que a veces se cuida más a una planta o a una mascota que al propio compañero de vida. Se les da agua, cariño, tiempo… pero a la pareja, ni una palabra amable al día.
No te confundas. No se trata de amar menos a tu familia. Se trata de entender que el amor de pareja no es eterno por defecto. Es eterno si lo haces eterno, si luchas por él, si decides cuidarlo incluso cuando cuesta.
Comparte sueños, crezcan juntos, discutan con respeto, abrácense sin motivo, escúchense con el corazón y protéjanse como si fueran lo más valioso… porque lo son. La admiración, la gratitud y la entrega no deben ser ocasionales, deben ser diarias.
Y cuando lleguen los conflictos —porque siempre llegan—, no te alejes. Enfréntalos como equipo. No tires la toalla por un mal día. Recuerda por qué empezaron, y sobre todo, recuerden por qué vale la pena seguir.
Cuidar a tu pareja no significa descuidar a tu familia. Significa cuidar lo único que puedes perder si lo descuidas.
Recuerda: Dios hizo al hombre y a la mujer para que vivieran juntos. Como dice en Marcos 10: “Ya no serán dos, sino uno solo. Y lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre”.
Haz que tu amor no sea uno más en la lista de “ex”. Haz que sea el único que nunca tuvo fecha de expiración.
Porque al final del día, no se trata de a quién amas más, sino de a quién decides no dejar de amar.
El verdadero reto no es encontrar el amor, es mantenerlo vivo cada día, incluso cuando duela, incluso cuando cueste.
Porque si no luchas por lo que amas, alguien más lo hará.
Y tal vez, cuando te des cuenta de lo que perdiste, ya no haya vuelta atrás.
Así que mírala, míralo… y pregúntate: ¿estoy haciendo todo lo que puedo por cuidar esto que construimos?
Recuerda esto:
No existe tal cosa como un “ex hijo” o un “ex padre”.
Pero sí existen miles de “ex amores”… que un día fueron todo y al siguiente, nada.
La diferencia no está en el cariño. Está en el compromiso.
La familia te la da la vida, pero a tu pareja la eliges tú.
Y como todo lo que eliges… depende de ti mantenerlo.
No pierdas lo único que realmente puede perderse.
El amor de pareja no sobrevive por inercia.
Sobrevive si lo cuidas, si lo priorizas, si lo haces sentir amado cada día.
Porque si no lo haces tú, alguien más lo hará.
Y cuando lo entiendas, quizás sea tarde.
No des por sentado al amor que elegiste construir.
Es el único que necesita de ti para seguir vivo.
Y también… el único que puede desaparecer sin decir adiós.
Cuídalo hoy. Porque mañana puede ser solo un recuerdo.
0 Comentarios